En el verano del 2003, mi chica y yo abordamos el Circle Line de Manhattan. En las aguas del Hudson y el East River, cada galón tiene una historia. Los puentes, la arquelogía suspendida en cables de acero, han tenido sus poetas, sus suicidas, y miles de fotos clichosas como las que muestro aquí. Aún así, puedes sentir el oxígeno carcomiendo las superficies, el sol escapando de las nubes densas, y contemplar algunos de los vestigios de nuestra civilización.
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